Sin lugar a dudas vivimos tiempos aciagos desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) hiciera la declaración mundial de la Pandemia generada por el SARS CoV-2, el 11 de marzo de 2020. Desde entonces y hasta la fecha, hemos tenido que modificar sustancialmente nuestras vidas en aras de la sobrevivencia. La Pandemia, que oleada tras oleada azota al mundo nos ha puesto ante una situación límite, no sólo por los altos niveles de mortandad o por la exacerbación de las contradicciones de un modelo económico que desde hace tiempo se encuentra en crisis, sino porque su dimensión ha representado una suerte de recordatorio de nuestra condición de fragilidad.
Este número 41 de Veredas, correspondiente al segundo semestre del 2020, no es sobre la Pandemia, sin embargo, los artículos y la edición de la revista se escribieron en medio de ella; incluso la entrevista a la pintora Juanita Pérez-Adelman, quien generosamente nos proporcionó imágenes de sus pinturas para acompañar este número, se hizo en medio de esta crisis que ha tomado proporciones mundiales en muy diversos ámbitos y niveles. Varios de los artículos que aquí se publican se puede decir que hablan del estado de las cosas.
Podemos afirmar que en poco tiempo la Pandemia nos ha empujado a desandar la senda que la modernidad nos había trazado y a desmontar muchos de los mitos sobre los cuales se construyó y que representaron durante al menos un par de siglos, el eje discursivo de su autolegitimación; un discurso centrado en la supuesta propensión a eliminar la incertidumbre, en la posibilidad de construcción de la vida moderna como una zona de seguridad y de confort, aislada del mundo natural, preservada como esa forma de garantizar la seguridad y conjurar el miedo primigenio que genera lo otro y que parecía haber sido abolido gracias a la técnica.
La Pandemia nos ha precipitado nuevamente a una era de incertidumbre total. Es la muestra del fracaso de la modernidad como proyecto civilizatorio, que se erigió sobre la promesa del desarrollo de un proyecto económico que privilegió la creación de riqueza bajo el argumento de que el mejoramiento absoluto de la vida de la humanidad vendría por añadidura, de manera paulatina, hasta hacer justicia a toda la humanidad.
Por otro lado, de manera lamentable y pese al optimismo que circula en ciertos sectores de izquierda, esta crisis se encuentra lejos de representar el fin del capitalismo. Muestra de ello es la urgencia de los gobiernos a nivel mundial por reactivar las economías y por reestablecer la “normalidad” de un modelo económico que efectivamente no colapsó, pero exacerbó las desigualdades. La propagación global del coronavirus SARS CoV-2 y su afectación, obligó a que por primera vez en la historia del capitalismo se tuviera que jalar el freno de emergencia (aunque no fuese por motivos revolucionarios, como lo vaticinaba Benjamin). La pausa, el aislamiento obligado, la enfermedad y la muerte, pusieron de relieve algo que de múltiples modos había sido anunciado ya por catástrofes previas: las consecuencias de la pobreza, de la inviabilidad de un proyecto civilizatorio que cosifica todo a su paso, que lo ha convertido todo en mercancía, que genera riqueza que tiende a concentrarse cada vez más en menos manos y que niega los derechos más básicos a un número importante de gente en todo el mundo.
Frente a este panorama en Veredas articulamos este número 41 bajo la pregunta ¿Una nueva configuración del mundo? Para algunos, la pandemia podía representar la posibilidad de redención de la humanidad en su conjunto, el acicate que permitiría reconsiderar el camino andado y corregir el rumbo para transitar hacia una senda de mayor igualdad y colaboración no sólo a nivel personal, también entre naciones. Lamentablemente la historia se ha repetido.
El esfuerzo por desarrollar la vacuna contra la COVID-19 se convirtió en una competencia que recuerda a la carrera espacial del siglo XX entre las principales potencias, o peor aún, la carrera armamentista. Un tema de importancia geopolítica más que de relevancia humanitaria en el que juegan elementos como el desarrollo técnico, los recursos de infraestructura y científicos, además del presupuesto. De igual manera, el acaparamiento de vacunas que han hecho las grandes potencias, excluyendo con ello a los países más pobres del acceso al fármaco, no sólo condena a su población, condena también a sus economías a un deterioro todavía mayor, que con el tiempo se traducirá en dependencia respecto a las grandes potencias. En síntesis, la contingencia sanitaria podría representar el catalizador de una reconfiguración mundial, de ahí la importancia de aportar elementos que permitan dar cuenta de este proceso desde diferentes aristas y en distintos lugares, y sobre todo de tener un panorama que abarque una serie de condiciones políticas, sociales y culturales.
Como ya se anunció, los artículos que componen este número de Veredas, permiten miradas desde distintas dimensiones. En lo internacional, se analizan tanto las transformaciones y los resultados de la globalización neoliberal en México, como los efectos de esta misma en la crisis del sistema de partidos en la Unión Europea. Por otro lado, se presentan varios artículos que expresan desde lo local, las contradicciones de la modernidad, pero sobre todo las consecuencias de la aplicación de políticas económicas internacionales a regiones con características particulares, es el caso de la disputa de los pequeños productores de mezcal, quienes luchan por tratar de insertar su actividad tradicional a un marco legal que les permita no sólo acceder a mercados nacionales e internacionales, sino que al mismo tiempo puedan conservar su identidad y sus formas tradicionales de producción. Se analiza también el papel de las mujeres en temas de salud y la situación liminal en la que se encuentran, “entre la fe y la ciencia”, así como también se presentan una serie de reflexiones teóricas que nos permiten analizar las derivaciones sociológicas de la Filosofía de la Liberación en el presente.
Finalmente, los ensayos, la traducción de Niklas Luhman, la entrevista y las reseñas de los libros aquí publicadas, nos hablan de una serie de propuestas de investigación y de ideas puestas a discusión desde la escena actual de las ciencias sociales y las humanidades tanto en México como fuera de él. Se puede afirmar, por lo tanto, que una parte de la importancia de este número radica en que fue realizado en un momento que devino en parteaguas de nuestros tiempos.
David Benítez Rivera, Comité Editorial de Veredas.
Isis Saavedra Luna, Directora de la Revista Veredas.