Alejandra P. Ramírez Vega / Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Diplomado en Relaciones de Género en el CIEG de la UNAM. Estudiante de la maestría en Ciencias Sociales y Humanidades en la UAM Cuajimalpa.
Cuando uno revisa el diccionario se encuentra que la palabra deriva significa “abatimiento o desvío de la nave respecto del rumbo establecido, por efecto del viento, del mar o de la corriente”. Derivar implica perderse y perder el objetivo principal y, en ese sentido, el cine en femenino pareciera ser que no ha encontrado un punto de llegada debido a sus oleajes, vientos y tsunamis inadvertidos. El libro de Márgara Millán, publicado por primera vez en 1999 y reeditado nuevamente en el año 2022, explica bien el viaje marítimo que han pasado las representaciones femeninas en el cine. Es interesante cómo luego de más de veinte años el libro sigue cada vez más vivo; sigue buscándose en línea, en librerías, etc. La pregunta sería ¿por qué? Aquí se darán algunas razones (con el atrevimiento que cualquier lector/a podría hacerse), utilizando la metáfora acuática, metáfora que bien ha servido a los movimientos feministas: el agua, elemento imprescindible para la vida, abarcadora y que compone la gran mayoría de este planeta en el que habitamos y que bien podríamos llamarlo “agua” en vez de tierra, simboliza fluidez, horizontalidad, movimiento y, por lo tanto, descontrol e incertidumbre.
Divido en tres navegaciones esta gran obra (y probablemente no siga el orden de ésta); la primera es una navegación teórica, de anclajes y desanclajes. Por un lado, la autora hace toda una revisión de la representación de la mujer en el cine, visitando todas aquellas teorías fílmicas (como la de Laura Mulvey, Teresa de Lauretis, etc.) que han sido de gran relevancia para explicar dicho fenómeno. Los paseos semióticos en este libro cobran gran significado cuando entendemos la forma de cómo se han construido las imágenes de las mujeres en el mundo audiovisual. La autora nos reitera una y otra vez que la noción de representación es compleja y, por lo tanto, las teóricas nos han mostrado que los binarismos coadyuvan, por un lado, a legitimar una industria cultural que reproduce imágenes esencialistas que enmarcan a las mujeres desde una mirada masculina y patriarcal, pero a su vez cuestionan aquel Modelo de Representación Institucional.
Si bien es cierto que las teorías pueden dar explicación y estabilidad a nuestro barco, a veces pueden inmovilizarnos. El libro de Márgara Millán lo tiene bien sabido, por eso, nos invita a movernos un poco más y adentrarnos a este viaje. Una segunda navegación es la histórica, de visibilización y presentismo. Dentro de la historiografía oficial se ha invisibilizado y/o desaparecido el trabajo fílmico hecho por mujeres. No debemos olvidar lo que Walter Benjamin nos decía acerca de la historia oficial: no hay documento de cultura que no sea, al mismo tiempo un documento de barbarie, es decir, quien escribe la historia son los vencedores y al escribirse también se escribe con la pluma de una “falsa” superioridad que desmarca todas aquellas voces que han sido asesinadas y, por qué no decir, doblemente asesinadas (material y simbólicamente). Por ello que rescatar el papel de la mujer en el cine es regresarlas a la vida material e inmaterial; es decir, rescatarlas del olvido. Los trabajos de archivo (como lo hace la autora en esta navegación), de conservación, restauración y docencia, avanzan de la mano con la teoría, puesto que se sabe que se necesitan de varias fuerzas para confrontar un cine que por su historia ha sido patriarcal, que ha dominado y desautorizado todas aquellas expresiones que no se apeguen a las visiones masculinas.
En esta parte del libro, Márgara Millán hace un recorrido de todas aquellas mujeres que han sido parte fundamental en la historia del cine, no únicamente del mundo, sino también desde una mirada situada, desde nuestro propio país, México. Es interesante cómo la autora nos lleva de la mano, desde el origen y nacimiento del cine en nuestro país (el porfiriato) hasta los años noventa (año en que se publica el libro), y todo de una manera tan sutil, que como lector/a olvidamos que realmente pasaron décadas de cambios. La sutileza es tan grande, que poco a poco nos olvidamos de que en ella aparecen nombres femeninos, y cuando se vuelve a la conciencia de que ahí están, la lectora o lector da a la cuenta que en realidad siempre estuvieron ahí y que el trabajo de la autora es justamente eso, mencionarlas, devolverlas a la historia del cine.
Y, por último, la tercera navegación es la personal. La autora entrevista a tres grandes directoras mexicanas de los años noventa: Busi Cortés, María Novaro y Marysa Sistach. En ellas encontramos particularidades que se distinguen entre sí, y si bien es cierto que las tres compartieron un contexto similar (movimiento estudiantil del 68), estas entrevistas muestran la diversidad de sus directoras y sus razones personales para entrar al mundo del cine. En esa insistencia por nombrar su cine como feminista, las directoras se deslindan del término para posicionar a su cine como “personal”. Es decir, en ellas hay una urgencia de denuncia; no desean ser nombradas, en realidad desean autonombrarse. En este texto es clara la posición de las directoras, cuestionan tanto el contenido del cine nacional como su forma industrial. En esta navegación, Márgara Millán entra a la lectura de las películas de Busi Cortés, María Novaro y Marysa Sistach, de sus imágenes y, por lo tanto, de sus otras representaciones. La última parte del libro es un viaje iconográfico; la autora hace uso de las imágenes como un dispositivo de pensamiento, estas también son herramientas fundamentales para explicar el mundo. Es por eso que cuando nos detenemos a leer las imágenes en esta obra nos encontramos con las propias miradas de las directoras.
Como reflexión final, hay una pregunta que Millán plantea y quisiera referir: que un cuerpo de mujer no habla por todos los cuerpos de las mujeres; es el inicio del gran problema de la representación. ¿Hasta dónde ésta es posible y cuál es su límite entre representación y subordinación?, pensar en las representaciones de la imagen de la mujer en clave de género, como lo propone la autora, es un alumbramiento para nuestro país en los años noventa. Es interesante cómo hasta en la actualidad los estudios de género en el cine siguen cuestionando la construcción de la imagen de la mujer, sus estereotipos, el Modelo de Representación Institucional y el star system que poco nos obliga a pensar el rizoma cinematográfico que tanto gustaba a Deleuze.
La pregunta antes citada es un parteaguas para trabajos como los de Bárbara Zecchi y su propuesta de gynocine, que es un tipo de cine mucho más flexible e inclusivo que evita las limitaciones en el adjetivo feminista, incluyendo a las que se desmarcan explícitamente del feminismo (como el caso de las directoras entrevistadas por Márgara Millán) y para directoras que aparentemente han tenido condiciones más favorables que otras. El gynocine está marcado por las relaciones de género que prescinde de una condición biológica y que además sus productos no tienen por qué ser únicamente filmes dirigidos por mujeres.
Probablemente la pregunta de los límites en la representación en femenino que plantea “Derivas de un cine en femenino” esté en su propio título. Las investigaciones de la imagen de la mujer como su trabajo en el cine han llevado a cauces no controlados, por lo tanto, los límites son como el mismo mar, por su extensión pero también por su profundidad; es decir, inmensos. Aún no hay alguna teoría, historia o subjetividad que termine el viaje, pero como diría Judith Butler en El Género en disputa, vivimos una nueva etapa de sofisticación en la teoría feminista, y pensar en clave de género, como ya lo proponía Millán, es abrir paso y continuidad a los estudios que giran alrededor de lo culturalmente construido como lo femenino.
Este libro sigue tan vivo como en su génesis, para todxs aquellxs que desean aprender a nadar en el mar del feminismo y/o género en el cine, pero también para quienes ya están adentrados y desean revisitar la teoría, historia y particularidades como un ejercicio de memoria y resignificación del cine en femenino. Las navegaciones son múltiples, entrecruzadas, vastas; es decir, es un libro redondo que muestra, enseña y saca a flote mucho del trabajo femenino en el cine, así como las nuevas miradas críticas y descolocadas que invitan a continuar con su trabajo. Leerlo por primera vez o releerlo cobrará significados interesantes en lo particular, y para no abandonar la propuesta de la metáfora acuática, este texto muestra que aún existen pantanos en el cine femenino. No dejo de pensar que en nuestro país persiste una subrepresentación de las mujeres hipersexualizadas en la pantalla mostrando cuerpos delgados y desnudos que refuerzan estereotipos de género negativos y, a su vez, de acuerdo con Tatiana Wenceslau,1 aún hay escasa participación de las mujeres en los principales roles detrás de cámara. Entre el 2013 y 2016, ninguna de las películas más taquilleras de nuestro país fue dirigida por mujeres y sólo el 24% de guionistas y 27% de productorxs son mujeres. Significa que hay 3.7 varones por cada mujer que está detrás de cámara. Ante tal crisis de representación, es necesario crear nuevas historias, que existan más mujeres con agencia en el mundo cinematográfico, con autoridad lingüística y con narratologías alternas. Es imperante un lugar simbólico de resistencia y de deconstrucción de los estereotipos, tal y como Teresa de Lauretis llama el “scene off screen”.
1 Representaciones de género en el cine mexicano. Un análisis sobre la presencia de las mujeres delante y detrás de cámaras en las películas mexicanas de mayor asistencia. Disponible en: https://www.generoytrabajo.com/_doc-especialidades/Cine-MX-Genero.pdf
De modo que este libro es un libro que fluye con el pasar de los años y fluye muy bien, y la vigencia no es fortuita, la autora comenta que si se ha reeditado es porque se sigue buscando, porque bien el libro sirve de ancla, pero también como punto de lanza para navegar y, por qué no, para derivar.
Derivas de un cine en femenino (2022).
Márgara Millán.
México: Bajo Tierra.