Veredas. Revista del Pensamiento Sociológico

Micah Riegner*, Amy Elizabeth McAndrews** y Jorge Ernesto Montejo Díaz***/ * Guía de observación de aves para Field Guides Inc. ** Monitoreo de poblaciones de aves en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca. Consultora independiente. *** Monitoreo de poblaciones de aves en el Istmo de Tehuantepec. Consultor independiente.

Cotorra Serrana Occidental y Trogón Orejón/ Micah Riegner.

En México existen 51 ecoregiones terrestres, cada una con características de flora y fauna muy específicas, y en muchos casos con amenazas comunes. En el país existen 106 especies de aves endémicas y 43 especies cuasiendémicas. En el presente escrito revisamos la historia y situación de tres de estas especies cuasiendémicas, las cuales a pesar de encontrarse en regiones muy diferentes y en los extremos del país, enfrentan las mismas problemáticas y retos, todos ellos derivados de la actividad y sobreúso humano. Igualmente se mencionan actividades que se están llevando a cabo para intentar protegerlas, así como a sus hábitats.

Introducción  

No muchos conocemos la importancia de nuestro país desde el punto de vista de la biodiversidad. México es el país con el mayor número de especies de pinos y encinos, con la mayor diversidad de anfibios y reptiles, etc., y todo lo que nos falta por descubrir y aprender. Esto quiere decir que es un país con un gran número de especies, tanto de plantas como de animales, incluyendo a las aves, éstas son tal vez uno de los grupos más conocidos por todos debido a sus llamativos colores y cantos. Pero esta riqueza conlleva también una gran responsabilidad, el cuidado y protección de todo este cúmulo de vida.

En lo que respecta específicamente a las aves, México ocupa el décimo lugar a nivel mundial en diversidad de estas bellezas aladas, con un total aproximado de 1,119 especies (CONABIO, 2019), con una gran cantidad de éstas siendo residentes (viven todo el año en suelo mexicano), pero también con un importante componente de aves que llegan de otras partes del mundo (migratorias). Un componente muy importante de esta gran comunidad de aves son las especies endémicas y cuasiendémicas, las cuales son especies que viven exclusivamente dentro de las fronteras del país (endémicas), de las cuales México cuenta con 106 especies; o son especies que únicamente compartimos con otro país (cuasiendémicas), ellas son 43 especies (CONABIO, 2021). La importancia de estas especies es mucha, ya que nos indican cuán importante son cada una de las regiones en donde habitan, pues la desaparición de estos sitios  lleva a la desaparición de estas y otras especies, no solamente de aves.

Ahondando un poco más en las regiones antes mencionadas, también conocidas como ecoregiones, son zonas geográficas con flora y fauna típica de cada una (CONABIO, 2021). En el país se han descrito 51 ecoregiones, siendo México el país con el mayor número de éstas en Latinoamérica (idem). Esta gran diversidad de ecorregiones es también una de las razones principales de la alta diversidad de especies en general y específicamente endémicas y cuasiendémicas en México.

Podemos mencionar que entre las regiones existen desde las selvas húmedas en el sur del país, hasta los grandes desiertos en el norte, pasando por regiones templadas y las zonas de montaña. Entre todo este gran crisol de hábitats y regiones, hay dos muy importantes. Una al sur conocida como el Bosque Montano de Chiapas (bosques húmedos), la cual incluye los bosques nubosos mejor conservados y más extensos del país; esta región recorre la Sierra Madre de Chiapas, trazada hacia el sur del estado y paralela a la costa del Pacífico. La otra ecorregión se encuentra al extremo opuesto, en el norte, y es conocida como Sierra Madre Occidental (bosques de Pino-Encino), la cual corre de sur a norte en el lado oeste del país. Como todas las otras ecorregiones del mundo, éstas tienen su flora y fauna típica, y en muchos casos específica. A pesar de que se encuentran en extremos opuestos del país, además de presentar una gran variedad de aves, presentan problemas similares, en su gran mayoría originados por el hombre.

Entre estas especies “típicas” de la dos ecorregiones podemos mencionar a la Cotorra Serrana Occidental (Rhynchopsitta pachyrhyncha) en la Sierra Madre Occidental en Chihuahua, al Quetzal Orejón (Euptilotis neoxenus) y al Pavón (Oreophasis derbianus) en la Sierra Madre de Chiapas. Estas tres especies difíciles de encontrar son cuasiendémicas; las dos primeras las compartimos ocasionalmente con la parte sur de Arizona y Nuevo México, y la tercera únicamente la compartimos con una parte de la misma sierra que se extiende hacia Guatemala. Además de ser especies cuasiendémicas, las tres se encuentran amenazadas de acuerdo con las leyes mexicanas (NOM-059-2010), dos en peligro de extinción (P) y una como amenazada (A).

Las bellezas aladas

Una piedra del tamaño de una toronja salió disparada de por debajo de nuestros neumáticos cuando subíamos por un cañón boscoso en el accidentado y salvaje estado de Chihuahua. Yo (Micah Riegner) conduje con Bret Whitney y Ned Brinkley, dos compañeros guías de observación de aves de la compañía de turismo Field Guides Birding Tours; delante de nosotros en la camioneta OVIS (Organización Vida Silvestre) conducía Javier Cruz-Nieto y su inseparable asistente Jesús, también conocido como Chuy. Después de años soñando, meses planeando y días manejando, por fin nos encontrábamos en el bosque de Chihuahua con el objetivo de filmar a la Cotorra Serrana Occidental y al Trogón Orejón, ambas especies en peligro de extinción. El objetivo de la filmación era crear conciencia acerca de estas aves que representan íconos del norte de México. 

Cuando vi que el indicador de gasolina descendía por debajo de un cuarto del tanque se me contrajo el estómago -¿cuántos kilómetros más tendríamos que manejar?-. Después de una hora y media de esquivar madrones y de tocar el fondo del coche con piedras volcánicas, nos detuvimos frente a un letrero que decía: “Santuario de las Cotorras Cinco Millas” y mostraba una gran foto de la cara de un loro. Por fin llegamos. ¡Qué alivio! Salimos del vehículo con el susurro de las hojas frescas de los álamos y seguimos en silencio a Javier por el camino de tierra hasta el corazón de la colonia de anidación, con troncos de álamos cada vez más grandes y magníficos que los anteriores. Estos árboles gigantes sobrevivieron la era de la tala desenfrenada en la Sierra Madre (la misma que provocó la extinción del pájaro carpintero imperial -la especie de pájaro carpintero más grande que jamás existió en el mundo-), porque su madera blanda no se podía utilizar para la construcción. Estos troncos de madera suave aún representan sitios ideales para la anidación si eres una cotorra o un trogón orejón.

Llegamos a un mirador y Javier escaneó las copas de los árboles con sus binoculares. Él es nativo de Coahuila, pero se mudó a Chihuahua cuando tenía 20 años para trabajar como asistente de campo con su hermano Miguel, en el estudio de la Cotorra Serrana Occidental. En ese entonces, Javier fue designado como trepador de árboles, escalando los troncos resbaladizos y polvorientos de los álamos e introduciendo su brazo profundamente en las cavidades del nido para monitorear a los polluelos durante el tiempo en el que los adultos buscaban alimento. ¡Hoy en día Chuy se sigue dedicando a trepar los árboles! Chuy creció en un rancho cerca del pueblo de Guerrero, en Chihuahua y conoció a Javier hace más de 26 años, cuando Javier se apareció en su pueblo buscando cotorras. El padre de Chuy, don Bernardil, es un hombre de campo que probablemente tiene el día de hoy unos 70 años con el espíritu de un joven de 20, quien conoce todos los cañones de la Sierra. En una entrevista con don Bernardil, nos platicó de los días en que se podían ver a los carpinteros imperiales trepando los troncos de pino gigantes antes de que desaparecieran con la llegada de las motosierras y escopetas. También recordó con nostalgia haber visto el último de los lobos en Chihuahua y los tiempos en que los grupos de cotorras eran tan enormes que arrojaban un manto de sombra cuando volaban por la Sierra. Mucho ha cambiado en estas montañas, pero por ahora los loros y los trogones todavía cuelgan de un hilo, un hilo que continúa adelgazándose con el pasar de los años.

De regreso a la colonia de nidos, abrimos nuestros tripiés y colocamos nuestras cámaras en dirección a las cavidades de las cotorras. Éstas pertenecen al género Rhynchopsitta y son endémicas de la Sierra Madre Occidental de México. Sus parientes más cercanos, las Cotorras Serranas Orientales, se encuentran en la Sierra Madre Oriental, hacia el este de México, donde anidan en acantilados en el estado de Nuevo León. Una tercera especie de Rhynchopsitta, mucho más grande que las anteriores, alguna vez habitó estas montañas, pero se han extinguido y sus restos han sido descubiertos en cuevas al norte de México. Las Rhynchopsittas son únicas en el mundo de cotorras porque se especializan en comer las semillas de piñones de pinos. En la mayoría de los casos extraen las semillas rompiendo las piñas, sosteniéndolas con sus patas y arrancando sistemáticamente cada semilla; un proceso que puede tomar varios minutos dependiendo del tipo de cono. En algunas especies como el pino Ayacahuite, las piñas pueden alcanzar los treinta centímetros de largo y Javier ha observado a estos loros posarse encima de las piñas para quitarles las semillas.

Después de esperar tranquilamente por una hora en la colonia de nidos, comenzamos a escuchar los gritos de cotorras en la distancia, ¡venían en camino! Nos preparamos con las cámaras a medida que aumentaba el volumen de los gritos. El primer par de loros aterrizó en la cima de un álamo muerto. Después de girar las cabezas varias veces para asegurarse de la ausencia de depredadores, volaron en picada a las cavidades de sus nidos para alimentar a los polluelos. En el mundo de las cotorras, la hembra es la que alimenta a los polluelos. El macho transfiere su cosecha de semillas a la hembra a menudo fuera del nido antes de que ella entre a alimentar a los pichones. Pudimos observar este comportamiento un par de veces. Poco después de que llegara la primera pareja, empezaron a llegar otras y en poco tiempo había 20 parejas de cotorras charlando ruidosamente a nuestro alrededor. Nos quedamos impresionados con la variedad de sonidos que emitían, desde gritos sonoros, hasta gorjeos y susurros más suaves. ¿Qué se estarían diciendo el uno al otro? ¿Estaban discutiendo o intercambiando información acerca de las zonas con alimentos?

Las Cotorras Serranas Occidentales alguna vez llegaron a las montañas llamadas Sly Islands al sureste de Arizona y Nuevo México. Incluso existe el informe de un explorador español llamado Antonio de Espejo, quien las vio hacia el norte, en el Verde Valley, en el centro de Arizona. Sin embargo, debido a su frecuente cacería fueron desapareciendo hacia la década de los veinte. En una entrevista con Noel y Hellen Snyder en su pequeña cabaña en las montañas Chiricahua, nos explicaron el descenso de la población de las cotorras en Arizona y nos proporcionaron varias anécdotas interesantes acerca de algunos programas de liberación que ellos dirigieron a fines de los ochenta y a principios de los noventa.

Gran parte de la información que existe sobre la Cotorra Serrana Occidental en los Estados Unidos provino de Alexander Wetmore, un biólogo que trabajó para el museo Smithsonian, quien entrevistó a varias personas que las encontraron en las montañas Chiricahua, especialmente durante los años de 1917-1918, cuando miles de ellas volaron al norte de la frontera debido, probablemente, a la escasez de alimentos en México, lamentablemente estos pájaros fueron cazados. Las cotorras en general son un blanco fácil para los cazadores porque son ruidosas y vuelan en parvadas. Cuando una recibe un disparo, el resto del grupo regresa a investigar, lo que permite a los cazadores dispararle fácilmente a toda una parvada. Y eso es lo que sucedió en Arizona, simplemente las mataron a todas. El último avistamiento confirmado en Arizona fue en 1938 y después en las Montañas Ánimas de Nuevo México, en 1964.

Dados los numerosos informes históricos sobre las cotorras en Arizona y la probabilidad de que alguna vez se reprodujeron en el estado, en una reunión de la US Fish and Wildlife y Arizona Game and Fish, se decidió reintroducirlas en las montañas Chiricahuas. Sam Jojola, de US Fish and Wildlife inició un programa de liberación para reintroducirlas a los EE. UU. El comercio ilegal de mascotas de cotorras capturadas en la naturaleza en la década de los ochenta había crecido desmesuradamente y muchas cotorras fueron confiscadas por Fish and Wildlife y enviadas a instalaciones de detención en California. En lugar de introducir a estas aves en zoológicos, a Sam se le ocurrió liberarlas en las montañas Chiricahuas, donde alguna vez habitaron. Nunca hubo evidencia concreta de que se reprodujeran en su hábitat natural, sin embargo, muy pocos biólogos buscaban nidos en ese entonces y es posible que no los encontraran. Sam se puso en contacto con Noel y Hellen Snyder, quienes habían estado trabajando en el proyecto de reintroducción del cóndor de California para ver si tomarían las riendas del programa de liberación, y su pequeña cabaña en las Chiricahuas pronto se convirtió en el centro de la acción. Entre 1986 y 1993, un total de 88 aves fueron liberadas en la naturaleza; 65 de ellas fueron aves confiscadas y el resto fueron criadas en cautiverio. Si bien algunas parejas intentaron reproducirse, tristemente ninguna de estas aves sobrevivió.

Aunque el programa de reintroducción fracasó, se aprendieron varias lecciones, una de las cuales fue que los loros criados en cautiverio no son buenos candidatos para ser liberados. En la naturaleza, los loros dependen del comportamiento de la parvada para evitar depredadores y esta conducta es algo que las aves criadas en cautiverio simplemente no obtienen. Cuando las aves criadas en cautiverio fueron liberadas en la naturaleza, fueron
capturadas inmediatamente por gavilanes porque no se quedaban con el
resto de la parvada y también tuvieron problemas para encontrar comida. En la naturaleza, las cotorras jóvenes necesitan años de “entrenamiento”, por ejemplo, para aprender a extraer adecuadamente las semillas de los conos. Nuevamente, las aves criadas en cautiverio no reciben este entrenamiento.

La sequía representó un problema adicional para el programa de liberación. El año de 1989 fue uno de los más secos que se han registrado, lo que provocó la pérdida de Pinos Chihuahuenses, la principal fuente de alimento para las cotorras. Esto se complicó con otro problema importante: enfermedades. Después de que muchas de las aves fueron confiscadas de los traficantes ilegales, éstas fueron puestas en instalaciones de cuarentena junto con cientos de otras aves de todo el mundo. En estas instalaciones contrajeron varias enfermedades. Sin tener conocimiento de las enfermedades, los Snyder comprometieron las posibilidades de supervivencia de los loros, convirtiéndolos en fácil alimento de rapaces y otros depredadores. Una vez que los Snyder se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo, cerraron el proyecto. Liberar aves enfermas era inútil, además de que también se corría el riesgo de introducir enfermedades en las aves silvestres. Después de muchos años y muchos esfuerzos, decidieron enfocarse en la conservación del loro en México, lo cual nos regresa a Javier.

Al terminar nuestra semana con Javier y su grupo, nos quedó muy claro de que el futuro de la Cotorra Serrana Occidental recae en sus manos. En una entrevista con él y su esposa Francelia, nos contaron lo frágil que es realmente la situación para estas aves. Las pocas colonias de anidación que existen pueden desaparecer debido a incendios forestales y con el cambio climático que continúa secando la Sierra, éstos se están convirtiendo en un problema cada vez mayor. El equipo de Javier ha estado monitoreando las aves durante los últimos 26 años y 2020 fue el peor año para la reproducción que Javier ha presenciado. En 2016, la población mundial rondaba entre 2000 y 2800 individuos, ¡ahora ha descendido por debajo de las 1000 aves!

Pavón Cornudo/ Amy McAndrews.

La depredación también ha ido en aumento en Cinco Millas. De 2012 a 2015, Javier ha encontrado restos de cotorras en la base de los álamos y especula con la posibilidad de que hayan sido Cacomixtles los depredadores. Javier instaló unas cámaras-trampa en lo alto de los árboles para documentar al depredador y en 2018 una de las cámaras reveló al culpable: un gato montés. ¡La secuencia de fotos muestra al gato introduciéndose en la cavidad del nido para sacar tanto adultos como a los polluelos! Javier y el equipo continuaron obteniendo fotos de este comportamiento
e identificaron al mismo individuo por el patrón de manchas en las patas. Para evitar que esto continuara sucediendo, el equipo colocó algunas láminas de metal (resbaladizas) alrededor de las bases de los árboles de anidación de loros para disuadir a los depredadores.

Las cotorras de Cinco Millas enfrentan aún otro problema: la falta de cavidades para anidar. Los álamos en los que anidan están envejeciendo y el reclutamiento no avanza lo suficientemente rápido como para reemplazar a los viejos árboles con nidos que se derrumban con las tormentas con viento. Javier y su equipo, sin embargo, han comenzado a colocar cajas para nidos y las cotorras las han aceptado rápidamente. El equipo también planea construir vigas de soporte para evitar que los árboles viejos caigan, al menos por unos años más. Cuando se intenta evitar que una especie en peligro de extinción desaparezca por completo, cada pequeño esfuerzo se vuelve imprescindible.

Durante el invierno, cuando las cotorras abandonan las sierras norteñas, enfrentan otros peligros en sus áreas de hibernación en Durango y Sinaloa. El equipo de Javier ha estado estudiando esta migración mediante el uso de radiotelemetría. Justo antes de que los polluelos tengan la edad suficiente para volar, el equipo monta un transmisor satelital en sus espaldas, lo que les permite seguir los movimientos de la parvada cuando se dirigen hacia el sur. El año pasado instalaron transmisores satelitales en 10 aves de las diferentes colonias de crianza en Chihuahua: Cinco Millas, El Papigochi y Tutuaca. Al descender de las sierras, las diferentes parvadas convergieron en Cerro Muinora y de allí volaron hacia los sitios de hibernación en Durango, antes de regresar al norte en la primavera. Para poder proteger una especie migratoria como las cotorras, es necesario hacerlo no solamente en las zonas de reproducción; se necesitan también programas de cooperación y colaboración en todo el corredor migratorio. Hasta el momento, solamente el cinco por ciento de la ruta migratoria y las zonas de hibernación de la Cotorra Serrana Occidental se encuentran bajo algún tipo de protección formal, lo cual es muy problemático dada la captura para el comercio de mascotas, la cual todavía prevalece en estas áreas.

El Trogón Orejón es otra especie la cual el equipo de Javier ha estado estudiando a lo largo de los años. Aunque no se encuentra tan amenazado como las cotorras, el Trogón Orejón se encuentra en la misma área geográfica: en la Sierra Madre Occidental. Estas extrañas y deslumbrantes aves anidan en agujeros abandonados de pájaros carpinteros y a menudo se encuentran cerca de las cotorras (González-Rojas et al. 2008). De hecho, cuando estuvimos allí, ¡vimos un nido de trogón orejón a sólo unos metros debajo de un nido de cotorra, en el mismo árbol!

A través de los años, el equipo de Javier ha estado estudiando la biología reproductiva de Trogón Orejón en toda la Sierra Madre porque existe muy poca información acerca de ellos a pesar de que tienen una amplia distribución. Lo que han descubierto es que las aves prefieren anidar a lo largo de arroyos, a menudo en álamos muertos y que las aves regresan al mismo territorio año tras año (González-Rojas et al., 2008). En el invierno dejan las montañas de Chihuahua y bajan a arroyos más cálidos a lo largo de la vertiente del Pacífico de Sinaloa y Sonora. Aparte de esta información, se sabe muy poco acerca de sus migraciones. El plan de Javier para la próxima temporada de reproducción, que es de mayo a agosto, es colocar transmisores de radio en las aves y seguir su migración para saber exactamente a dónde van y qué hacen, para proteger mejor a la especie. Cuando estuvimos en Cinco Millas instalamos algunos escondites para avistamiento de aves en los sitios de anidación y filmar a los trogones sin molestarlos. Muchas largas y sofocantes horas de espera en los escondites fueron interrumpidas por estallidos de emoción al verlos llevando comida a los polluelos. Varias veces los vimos traer grandes orugas y las golpeaban contra las ramas para ablandarlas antes de entregárselas a las crías hambrientas.

El tiempo que pasamos en las montañas con Javier y su equipo nos permitió entender cómo funciona la conservación en esta parte de México. Se requiere de una observación meticulosa y precisa, de la cooperación de varios grupos con intereses comunes, desde los ejidatarios en las colonias de anidación, y de trabajar con varias fuentes de financiamiento. Francelia, por ejemplo, se dedica a visitar escuelas para enseñarle a las próximas generaciones la importancia de las cotorras y los trogones. Chuy por su lado, se dedica a trepar los troncos de álamo para poder llegar a las cavidades del nido. También es necesario manejar por largas horas en carreteras con baches y en áreas que a menudo no son muy seguras; por último, también se requiere de mucha dedicación de todo el equipo para mantener a estas maravillosas aves vivas.

180° Al sur

La especie que se encuentra al sur, el pavón, es una especie única; única por su pequeña y restringida distribución, así como por su apariencia, podríamos decir que es el unicornio que todavía habita sobre la tierra. De aspecto amable y aunque prácticamente tiene el tamaño de un pavo de patio, es sumamente tranquilo y silencioso hasta el punto de ser delicado en sus movimientos de traslado o cuando se encuentra alimentándose. Durante esta última actividad puede pasar desapercibido por su grado de tranquilidad. Fuera de estos momentos de actividad, el pavón puede pasar el resto del día descansando tranquilamente sobre una rama llena de plantas epífitas en lo alto de un gran árbol de ficus, de donde desaparecerá de manera fácil y muchas veces sólo para hacer su peculiar llamado, similar al de un leve mugido. Este sonido tiene la característica de viajar grandes distancias en estos bosques llenos de vida y ruidos; al ser sus poblaciones poco densas, este tipo de sonidos que viajan grandes distancias son ideales para encontrar pareja. Fuera de su temporada de reproducción, que es cuando más vocalizan, es muy difícil encontrarlos. 

Cabe mencionar que como muchas otras aves, cuando vocaliza es para intentar atraer a una pareja con la cual llevar a cabo la parte esencial de sus vidas, la reproducción. Aunque es importante mencionar que un macho puede llegar a tener hasta cuatro parejas en su mismo territorio, a las cuales conquista con un elaborado baile que lleva a cabo en el sitio que tenga potencial para ser su futuro nido: una rama gruesa o una bifurcación de ésta. La vegetación existente en esta zona será aplanada y al final será la hembra la que decida si el sitio es adecuado o no, y de ser necesario el macho tendrá que buscar otra rama y repetir el proceso, hasta que la hembra esté satisfecha.

Las poblaciones de esta misteriosa y cautivante ave se encuentran muy localizadas dentro de esta ecorregión, casi exclusivamente en los bosques mesófilos de montaña (bosques nublados) localizados en las partes altas de la sierra o en las partes medias de los volcanes existentes en la región, siempre dentro de un rango altitudinal específico y más aún, como se mencionó, en un hábitat muy definido. Todas estas poblaciones se encuentran prácticamente aisladas entre sí, haciendo más prioritaria la conservación de estos sitios donde se pueden encontrar. Es importante mencionar que es único aún dentro de su familia (Cracidae) y el género es monotípico (sólo una especie dentro de este género). Pero regresemos un poco al principio. A pesar de que fue colectado por primera vez a mediados del siglo XIX (1843), permaneció desaparecido para la ciencia durante muchas décadas, hasta que a mediados del siglo XX y por azares del destino, una parte de un ejemplar cazado llegó a manos de Don Miguel Álvarez del Toro, en ese entonces colector y curador del Instituto de Historia Natural de Chiapas. Este acontecimiento despertó su curiosidad, la cual le llevó a empezar a preguntar acerca de esta especie, recibiendo finalmente una respuesta afirmativa de un señor de la costa y residente del municipio de Mapastepec, organizando una expedición a la zona señalada y logrando encontrarlo finalmente en la zona que actualmente se conoce como la Reserva El Triunfo. Esto sucedió a mediados de 1960, poco más de un siglo después de su descubrimiento y descripción para la ciencia, tiempo durante el cual estuvo prácticamente perdida a los ojos del hombre y únicamente era conocida por cazadores locales en ciertas zonas.

Lo difícil del acceso a sus hábitats favoritos ha sido posiblemente la principal razón de que esta especie todavía exista, por eso ahora las áreas protegidas como El Triunfo, el Volcán de Tacaná en México y otras áreas en Guatemala, son de suma importancia para la conservación de esta enigmática criatura. La principal población de la especie en México se encuentra en la REBITRI (Reserva de la Biosfera El Triunfo), un área protegida de poco más de 119 mil hectáreas, y con el parche de bosque mesófilo de montaña más conservado del país. Además de su importancia para la biodiversidad (no solo aves, plantas, mamíferos, insectos, etc), esta reserva y el área que la rodea son importantes productores de agua más para el país, siendo vital en la vida de cuatro de las hidroeléctricas más importantes a nivel nacional, al ser la Sierra Madre de Chiapas el principal abastecedor de agua del Río Grijalva. Junto con la producción de agua, este bosque, así como el resto de la sierra son importantes reguladores del clima en la región, por lo que la conservación y bienestar de estos ecosistemas están ligados, entre muchos otros puntos, a la minimización de los efectos del cambio climático y por ende a mejorar el bienestar del medio y de la gente que convive con esta ecorregión. Actualmente podemos ver algunos cambios importantes que están afectando estas zonas, como menor humedad, lo cual conlleva a temporadas secas más prolongadas, así como la mayor presencia de vientos fuertes provenientes de las tierras más bajas, todo esto ha causado cambios ligeros hasta ahora, pero perceptibles en el medio. Hay que recordar que ésta es una de las regiones con la mayor cantidad de lluvias durante el año en el país, hasta 4500 mm, lo cual convierte la región en una importante esponja natural y, como se mencionó, es muy importante mantener este balance natural para ayudar a controlar el clima.

La conservación del pavón y sus hábitats son fundamentales no sólo para esta especie, sino también para todas con las que comparten estos bellos bosques, como por ejemplo el quetzal mesoamericano (Pharomacrus mocino), otra ave mítica y de importancia para las culturas mesoamericanas. La protección de estas especies (incluyendo flora, reptiles y mamíferos), son indicadores importantes del estado de salud de un hábitat o ecorregión, lo que es crucial para la conservación del resto de las especies. Así, es importante conocer el estado de salud de las poblaciones de estas especies indicadoras y a partir de ahí tomar decisiones para su conservación y sobre todo la conservación de sus hábitats, ayudando con esto a la conservación de un sinnúmero de especies que muchas veces no se toman en cuenta.

Como común denominador, cuando se trata de amenazas a la vida silvestre, desgraciadamente siempre tenemos que mencionar al hombre como principal causa, sea de manera directa o indirecta, cambio de uso de suelo o pérdida de hábitat (deforestación, incendios forestales) y el cambio
climático. Este es uno de los puntos más difíciles de combatir cuando hablamos de pérdida de diversidad en lugares como la REBITRI o el Volcán Tacaná, sitios donde podemos encontrar al pavón. La interacción con las comunidades es importante, tanto para concientizar sobre la importancia directa que estos ecosistemas tienen sobre sus vidas, como la que ellos tienen sobre la biodiversidad de estas importantes áreas.








Referencias

Berlanga, H. et al. (2019) Aves de México: lista actualizada de especies y nombres comunes. México: CONABIO.

CONABIO (2021) Biodiversidad Mexicana. México D.F. Disponible en: https://www.biodiversidad.gob.mx/region/ecorregiones (consulta: 12/02/2021).

Gonzalez-Rojas J. et al. (2008) “Breeding biology of Eared Quetzals in the Sierra Madre Occidental, Mexico” en Journal of Field Ornithology, Núm. 79 (1), pp. 20-23.

Snyder N.F. et al. (1994) “Thick-billed Parrot Releases in Arizona en The Condor, Núm. 96, pp. 845-862.

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