
Gilberto Tonatiuh Martínez Taxilaga / Estudiante, licenciatura en Sociología, UAM-X.
Introducción
El presente ensayo tiene como objetivo principal un análisis de la educación superior como fenómeno de desigualdad en México en la época contemporánea, cabe destacar que la educación superior es pilar fundamental para el desarrollo individual y una herramienta clave en la formación de capital humano, indispensable para el Estado y sus fuerzas productivas. Según Theodore Schultz, este concepto es crucial para entender el crecimiento económico y sus desigualdades. En el caso de México, donde las brechas económicas son profundas, la educación superior se perfila como el principal medio para mejorar las condiciones de vida y reducir las brechas sociales.
Desarrollo
Castellanos resalta que el sistema educativo no sólo transmite conocimientos, sino también reproduce las desigualdades sociales existentes al legitimar las posiciones de poder y los capitales culturales de ciertos grupos sociales. La educación facilita la reproducción de las oportunidades de los individuos en relación con su descendencia y, por otra parte, la reproducción de las estructuras globales de funcionamiento desigual de la sociedad (Castellanos, 2002).
En el contexto de la globalización y la creciente demanda de una fuerza laboral cada vez más calificada, el conjunto de conocimientos adquiridos a lo largo de una trayectoria académica, mientras más especializada sea, se convierte en un recurso estratégico para el desarrollo económico de los países. La educación superior es primordial para que el Estado cuente con cuadros de profesionistas que sepan responder a los desafíos actuales y futuros para contribuir al desarrollo social, económico y cultural del país. Por consiguiente, aumentar la inversión año con año en educación superior pública y garantizar su accesibilidad, debería ser una prioridad para el Estado.
En México, la educación superior sirve no sólo como vía hacia conocimientos y habilidades profesionales, sino que también se convierte en un factor clave en la movilidad social de una persona. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por diferentes gobiernos y diversas instituciones educativas para ampliar el acceso a la educación superior, persisten desafíos significativos en términos de equidad, especialmente entre los grupos más desfavorecidos.
La educación hoy en día se entrelaza con diversos factores que facilitan la movilidad social, como los recursos económicos; o en términos de Pierre Bourdieu, que se refiere al capital cultural, que son las formas en que el conocimiento y las habilidades se transmiten y legitiman socialmente. El capital no sólo es acumulación monetaria, se divide en tres categorías: a) los recursos de naturaleza económica; b) los recursos de naturaleza cultural, destacando entre ellos los títulos académicos y diplomas escolares, por último; c) los recursos que están ligados a la pertenencia a un grupo y que el autor denomina capital social (Castellanos, 2002).
Por ejemplo: Vélez nos dice que los primeros estudios realizados en los años 70 (en Monterrey y la Ciudad de México) encontraron que “la educación es el factor más importante en el estatus ocupacional del primer empleo, mientras que la familia de origen influye en forma indirecta por su efecto en la educación” (Vélez, 2015: 12).
Acceso a la educación superior en México
El acceso a la educación superior en México está caracterizado por desigualdades y con un gran muro estructural que clasifica a los jóvenes por diversas variables que vienen asignadas desde su nacimiento como su origen socioeconómico, el capital cultural de sus familias y su contexto geográfico.
Si bien el aumento en la matrícula de las instituciones públicas en educación superior han ido aumentando a partir de inicios siglo XXI y más en las últimas dos décadas, no significa que este aumento sea evidencia de un acceso equitativo a la educación superior debido al desconocimiento del sector beneficiado, y por ende se rechaza la afirmación de que un aumento en la matrícula es un mayor acceso equitativo a la educación superior. “La educación en el nivel superior se caracteriza por la masificación de las Instituciones de Educación Superior con problemas de calidad en la formación de estudiantes. Los datos no aseguran el acceso educativo con igualdad de oportunidades” (Pérez & Villarruel, 2016).
Las familias con un mayor poder adquisitivo tienen más recursos para apoyar a sus hijos en un sentido multifactorial a diferencia de las familias con un poder adquisitivo bajo, lo que termina muchas veces perpetuando las desigualdades. Este sesgo, frecuentemente ignorado por las autoridades gubernamentales, contribuye a que el acceso a la educación pública, en lugar de ser un mecanismo de equidad, termine beneficiando de manera desproporcionada a quienes ya cuentan con privilegios. Para revertir esta situación, es indispensable reconocer y abordar estas disparidades mediante políticas inclusivas que nivelen el terreno y garanticen oportunidades reales para las poblaciones jóvenes.
Se puede señalar que la educación superior pública en México depende directamente del presupuesto federal. En el último sexenio la evolución del presupuesto en términos reales ha sido volátil; en el año 2019 fue de mayor crecimiento, durante la pandemia y después de la pandemia fue menor, como se muestra en la Gráfica 1.

Y si bien también se ha visto un aumento en la matrícula escolar en las últimas dos décadas, como se muestra en la Gráfica 2, no significa que este aumento sea el mismo entre las distintas clases sociales. “Es más frecuente que los jóvenes de hogares ubicados en lo alto de la escala social logren terminar la educación secundaria y los estudios universitarios, que aquellos que provienen de hogares desfavorecidos” (Lever, 2016). Esto quiere decir que el acceso a la educación superior está seccionado por nivel socioeconómico, lo que dificulta que los jóvenes de niveles socioeconómicos marginales concluyan la educación superior.

Para decirlo brevemente, a pesar de los esfuerzos federales por aumentar el presupuesto, haciendo un análisis a precios reales del 2018, el aumento es poco representativo para la educación superior así como su efecto en la matrícula, por ello sería interesante profundizar en el análisis de este aumento de la matrícula y saber en qué sectores está teniendo impacto.
Conclusión
En México, la educación superior se convierte en un elemento fundamental en la búsqueda de movilidad social. No obstante, a pesar de su promesa social redentora, los hechos demuestran que la educación superior está lejos de ser igualitaria. Factores como el origen socioeconómico, el capital cultural, permanecen obstaculizando la oportunidad de decenas de miles de jóvenes en México, así como su acceso a la educación superior, lo que influye significativamente en el tipo de oportunidades con las que se contará en el futuro o el tipo de desigualdades que se perpetúen.
Por ello, la inversión del Estado para la educación superior no sólo es esencial para el crecimiento económico, sino también para la cohesión social, por lo que es de suma importancia que las políticas educativas actuales se orienten a reducir las desigualdades de acceso y calidad, promoviendo oportunidades igualitarias para todo el que quiera ingresar a una institución universitaria. Por último, es esencial reconocer el papel de la educación como un derecho fundamental que debe ser accesible a todas y todos, independientemente de su origen.

Referencias
Castellanos, M. (2002). La reproducción del sistema social y las nociones de habitus, campo y capital cultural en la sociología de Pierre Bourdieu. En J. Munguía & M. Castellanos (Eds.), La jaula de los deberes (pág. 137-204). Universidad Pedagógica Nacional.
Lever, L. V. (2016). Educación superior, movilidad social y desigualdades interdependientes. Recuperado de https://www.redalyc.org/journal/373/37346303006/html/#redalyc_37346303006_ref9
Pérez-Santiago, F., & Villarruel-Fuentes, M. (2016). Desigualdad en el acceso educativo en México. Recuperado de https://www.redalyc.org/journal/1941/194146862021/html/
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